Y de pronto los lirios despiertan en invierno, las mariposas vuelan de a dos, un picaflor bebió el néctar de alguna rosa perdida, y yo, como siempre, aprisionando un cigarrillo entre mis labios…
Se dio, ¿cómo? aún no lo sé y tampoco me interesa saberlo. Así, de la misma manera en que desconozco el motivo por el cual los lirios me sonríen en invierno, así quiero disfrutar de nuestro idilio certero…
Se dio, sí, sucedió de una manera inexplicable, miradas encontradas y sostenidas, sensaciones recordadas, sonrisas a medias y de pronto… De pronto un beso, una caricia, el reloj apagado y la cama destendida.
Esa entrega guardando el pudor del primer encuentro…
Los árboles colmados de nieve, el viento tocando melodías diferentes y tus ojos en los míos presagiando el destino…
No hubo promesas, tampoco mentiras, estuvo el presente sonriéndonos con algarabía.
Tus manos y las mías, entrelazando agonía, olvidando la cordura y dejando los sentimientos en un rincón de la vesania…
Y fui conociendo tu pasado al son de tus palabras, abriste tu alma sin importarte más nada…
Me robaste un cigarrillo mientras observaba tu arrogancia…
Mañana te veré con esa inocencia en tu mirada, la sonrisa a flor de piel, y nuestros encuentros en tu casa…
Me devolviste algunas cosas, entre ellas, mis mañanas, las ganas de sonreír y el perfume de tu almohada…
Hablamos de una aventura, del presente, desconociendo despedidas… Hacemos el amor entre sábanas con sabor a pecado, las mismas sábanas que al irme, dejan el perfume de mis manos, y mientras soñás despierta en tu cama, yo evoco tus ojos resucitando mis andanzas.
Señora elegante y despreocupada, inocente y soberana…
P.D: Y no se tu edad, tampoco tu nombre, quizá sea un aviso del destino, para decirme al oído, que sos vos lo que me hacía falta, para despertar de mi letargo y volver a tener esperanzas…
Que no es necesario promesas ni palabras, para sonreír sin trampas y sentir como se adueñan de tu alma…
Escritor Rostro Enmascarado
©Derechos de autor

Hay algo profundamente bello en cómo describes el amor que llega sin aviso, como esos lirios de invierno que florecen en medio del frío, desafiando toda lógica, tus palabras me hicieron pensar en cómo, a veces, lo más verdadero no es lo que buscamos, sino lo que nos encuentra. Ese amor inesperado, que brota en el momento menos pensado, tiene una fuerza única, como la vida que insiste en nacer incluso en la estación más dura.
Gracias por recordarnos que el amor, cuando es genuino, no necesita primavera para florecer.
Dalia
Dalia, BIENVENIDA, gracias por comentar, pienso igual a ti no dejes de visitarnos